Federico Falco
222 patitos
Eterna Cadencia Editora (Argentina)
Páginas: 160
Formato: 140 mm x 220 mm
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 978-987-712-056-1
222 patitos es el primer libro de Federico Falco. Fue publicado en 2004 por la editorial cordobesa La creciente y es reeditado ahora por Eterna Cadencia en una versión ampliada.
Muchos de los doce cuentos que integran el libro transcurren en General Cabrera, el pueblo de Córdoba donde nació el propio Falco. Sin embargo, no surgen de un anhelo costumbrista de registrar la vida de ese pueblo en particular, sino de la constatación de que ese es el escenario que más les conviene. Es una cuestión de escala: la escala pueblerina permite seguir con más claridad las trayectorias de los personajes que, tal vez, en la gran ciudad se perderían, se confundirían con otras, sucumbirían al anonimato. Y esas trayectorias vitales son, podría decirse, el gran tema de este libro.
Me quedaba pensando que la vida era como uno de esos juegos de unir puntos que vienen al final del diario, uno de esos juegos que cuando los unís bien aparece un dibujo, pero que yo ya iba bastante avanzada y que en las líneas que empezaban a verse todavía no podía adivinar qué figura se estaba formando. Entonces me preguntaba: ¿Habré hecho bien?
La reflexión pertenece a Ada, la protagonista de un cuento que lleva su nombre (un personaje al que Falco volvió muchas veces, según cuenta en la nota del final en la que detalla el origen y, también, la trayectoria de los cuentos del libro): una mujer que se refugia en la lectura porque está atada a un pueblo cuya belleza no alcanza a percibir, solo distingue el vacío de la llanura. Joaquín Luque, otro de los habitantes del pueblo, protagonista de Un hombre feliz, ya en la mitad de su vida y ante un hecho trágico que parece haber cambiado el curso de los acontecimientos, es tomado por un solo pensamiento: si nunca los hubiera invitado, si nunca hubiera huido, si nunca se hubiera acostado con Ana María, si nunca se hubiera mudado a Cabrera, si el Banco Social nunca hubiera abierto esa sucursal.
Cada vez más atrás, ¿dónde fue, en qué punto, que realmente se torció el recorrido y cambió la figura? Por eso no debe ser casual que Falco vuelva a Ada una y otra vez: su pregunta ¿habré hecho bien? es, tal vez, la pregunta central de este libro. Algunos relatos abarcan varios años y hacen hincapié en las líneas. Permiten ver la figura, lo que al final se forma o se deforma: es el caso de Ada, de Joaquín Luque y del hombre de los gatos. Otros, en cambio, se centran en los puntos, allí donde se decidió mal, se actuó mal o la vida jugó una mala pasada: puntos en que todo cambia para siempre aunque algunas veces lleve tiempo percibirlo (otras veces no, se siente inmediatamente como un golpe, el cambio en el rumbo, irrevocable): un niño que se roba la ofrenda de una virgen, la muerte de algunos animales, la revelación de una videncia. A veces, se trata de cómo esos hechos se cuentan o no a las siguientes generaciones: es un dibujo mayor, de muchos, como sucede en el cuento que da nombre al libro.
En todos los casos, el efecto de la lectura es el mismo: algo que se va estrechando en la garganta. Contribuye a ello la voz que narra: seca, distante, casi informativa. Como avanzar por un corredor oscuro y sentir en un momento, detrás, el ruido de la puerta que acaba de cerrarse.